sábado, 20 de septiembre de 2008

.Mujeres y Hombres.




Los hombres son de Marte, las mujeres de Venus



1) Suponemos equivocadamente, que si nuestras parejas nos quieren van a reaccionar y a comportarse de determinada manera, tal como nosotros reaccionamos y nos comportamos cuando queremos a alguien.

Cuando los hombres y las mujeres aprenden a respetarse y aceptar sus diferencias, el amor tiene la posibilidad de seguir adelante.

2) Los hombres, equivocadamente, ofrecen soluciones y descalifican sentimientos mientras que las mujeres ofrecen consejos e instrucciones no solicitados.

La queja que con mayor frecuencia manifiestan los hombres acerca de las mujeres es la de que ellas siempre están intentando cambiarlos. Cuando una mujer quiere a un hombre, se siente responsable de contribuir a su crecimiento e intenta ayudarle a mejorar su modo de hacer las cosas. Ella cree que le está ayudando, y él que le está controlando. Lo que él desea de la mujer es aceptación.

Los hombres dan valor al poder, a la competitividad, a la eficiencia y al logro. Siempre están haciendo cosas para mostrar su valía, para desarrollar su poder y sus capacidades. Para sentirse bien consigo mismo debe alcanzar sus objetivos por sí solo. Ofrecer a un hombre un consejo que él no ha pedido equivale a suponer que no sabe lo que debe hacer o que no es capaz de hacerlo solo.

El hombre raramente habla de sus problemas, a menos que necesite asesoramiento de un experto.

La queja que con mayor frecuencia manifiestan las mujeres acerca de los hombres es la de que estos no escuchan. Cuando una mujer, inocentemente, hace a un hombre partícipe de sus sentimientos heridos o pasa revista en voz alta a los problemas que ha tenido durante el día, el hombre supone, equivocadamente, que busca asesoramiento experimentado. Ella desea solidaridad y comprensión, y él cree que desea soluciones. Un modo de honrar a una mujer es escucharla pacientemente, solidarizándose con ella y procurando comprender de verdad que es lo que siente la interlocutora.

Las mujeres no tienen los mismos valores que los hombres. Ellas dan importancia a la comunicación, al amor, a la belleza y a las relaciones. Son sus sentimientos y la calidad de sus relaciones los que definen su sentido del yo. Hallan su realización en el comunicarse y relacionarse, en expresar su bondad, su amor y su afecto. Manifestar sus sentimientos personales es mucho más importante para las mujeres que alcanzar metas o éxitos. Al hombre no le resulta fácil entender eso.

Las mujeres se interesan muchísimo por la mejora personal, la espiritualidad y todo cuanto constituya un modo de cultivar la vida, la curación y el crecimiento. Son muy intuitivas. Para ellas, ofrecer ayuda no es una ofensa, ni necesitar ayuda una señal de debilidad. El q ue alguien le ofrezca ayuda es una gallardía más. Hace que se sienta amada y halagada.

3) Mientras los hombres tienden a apartarse a su cueva privada y a reflexionar en silencio acerca de lo que les preocupa para buscar una solución, las mujeres sienten la necesidad instintiva de hablar acerca de sus problemas.

Cuando un hombre está preocupado no habla de sus problemas. Un hombre se siente bien cuando es capaz de solucionar sus problemas por sí solo en su cueva. Si no consigue hallar una solución, hará algo por olvidar sus problemas. Ella cree que al retirarse a su cueva no le hace caso, se lo toma como algo personal, se da cuenta de que él está preocupado, pero comete el error de pensar que ella no le importa porque no le dice nada. La mujer debe entender que ese retiro no es señal de que él ya no la quiera.

Cuando una mujer está preocupada o angustiada por las tensiones del día, busca hallar alivio de alguien en quien pueda confiar y le comenta detalladamente sus problemas. Se siente enseguida mejor después de manifestar los sentimientos que la abruman. No tiene un interés inmediato en hallar soluciones a sus problemas, sino que busca el alivio en el hecho de manifestarse y verse comprendida, con eso disipa su ansiedad. Las mujeres consideran que compartir los problemas con otra persona es una señal de afecto y confianza y no una carga. Para las mujeres no es una vergüenza tener problemas. Su ego no gira en torno al aparentar competencia sino al goce de unas relaciones afectuosas. Manifiestan abiertamente sus sentimientos cuando se sienten abrumadas, confusas o agotadas. Una mujer se siente bien consigo misma cuando tiene amigos que le muestran afecto y con quienes puede compartir sus sentimientos y problemas.

Es un error esperar de una mujer que sus sentimientos sean siempre racionales y lógicos.
El hombre supone que la mujer comenta con él sus problemas porque lo considera a él responsable. Cuantos más son los problemas, más culpabilizado se siente él. No se da cuenta de que ella habla tan solo para sentirse mejor. El hombre no sabe que ella se sentirá agradecida sólo con que él escuche. En cuanto el hombre se siente atacado se presta a defenderse. Y cuanto más se defiende mayor es el enfado de ella. El hombre no entiende que cuando una mujer necesita hablar de sus problemas no se debe a que él esté fracasando, sino que simplemente necesita ser escuchada.

4) Los hombres están motivados cuando se sienten necesarios, y las mujeres cuando se sienten halagadas, cuando se sienten queridas.

Cuando en una relación afectiva el hombre no se siente necesario, poco a poco se vuelve pasivo y carente de energía, cada día tiene menos que aportar a la relación.
Cuando el hombre está enamorado se siente motivado a dar lo mejor de sí mismo, es capaz de producir grandes cambios. Puede soportar con facilidad cualquier dificultad con tal de hacer feliz a la mujer que ama, porque la felicidad de ella lo hace feliz a él. Sólo cuando siente que va a fracasar regresa a sus viejas costumbres egoístas. Cuando sus relaciones fracasan, el hombre es presa del abatimiento, se aleja de las relaciones afectivas y de la intimidad, y se mete en su cueva. A lo que más teme el hombre es a no servir o a ser incompetente. Se muestra terriblemente desatento cuando tiene miedo. Para sentirse de nuevo motivado, necesita sentir que se le valora, que se confía en él, se le acepta. No sentirse necesario es para el hombre una muerte lenta.

Para un hombre, el primer paso para aprender a dar más consiste en darse cuenta de que no está mal cometer errores, que está bien tener fallos y que no es preciso tener respuesta para todo.

Cuando una mujer está preocupada, abrumada, confusa, agotada o desesperada, lo que más necesita es compañía. Necesita sentir que no está sola, sentirse amada y atendida. La solidaridad, la comprensión, la valoración y la compasión la ayudan en gran manera a ser más receptiva y a valorar mejor el apoyo que él les brinda. Cuando ella está disgustada, el hombre, por respeto, la dejará sola y si se queda a su lado, empeorará las cosas intentando solucionar sus problemas. Al hombre le resulta difícil escuchar a una mujer cuando ella se muestra decepcionada o infeliz porque se siente fracasado. El instinto del hombre no le habla de lo importante que son para ella la proximidad, la intimidad y la comunicación.
A las mujeres las confunde necesitar a los demás pero el sentirse decepcionadas o abandonadas, aun en cosas insignificantes, les duele de manera especial, afirma su creencia incorrecta de que no es digna de recibir amor.

5) Los hombres y las mujeres hablan, y hasta dejan de hablar, por razones distintas.

Una traducción "literal" de las palabras de la mujer puede fácilmente confundir a un hombre acostumbrado a utilizar el habla como medio de transmitir sólo hechos e información. Cuando una mujer está disgustada, no sólo utiliza generalizaciones sino que pide una forma determinada de apoyo. No se debe juzgar a una mujer cuando lo que necesita es que le den seguridades. Hay días en que el hombre está demasiado susceptible para traducir el significado que hay detrás de las palabras de la mujer. En tal caso es mejor decir: "No tengo un buen momento, hablaremos luego".

El mayor desafío para las mujeres es interpretar correctamente y apoyar al hombre cuando éste no habla. Para las mujeres, es fácil interpretar mal el silencio. Con gran frecuencia, el hombre deja de repente de comunicarse y enmudece. Antes de hablar o contestar, rumían primero en silencio o piensan en lo que han oído o experimentado. Y, para que las mujeres se confundan aún más, si no tiene la suficiente información para procesar una respuesta es posible que el hombre ni siquiera responda. Las mujeres deben entender que cuando el hombre calla, lo que está diciendo es: "Todavía no sé qué decir, pero estoy meditando". Y en cambio lo que oyen es: "No te contesto, porque no me importas y no voy a hacerte caso". Es fácil que una mujer imagine lo peor cuando el hombre se queda callado (me odia, no me quiere, me va a dejar para siempre), porque una mujer sólo se quedaría callada cuando lo que tuviera que decir pudiera hacer daño o cuando no quisiera dirigir la palabra a alguien porque ya no confiara en él y no quisiera tener nada que ver con él. La mujer comete el error de creer que si puede hacerle un montón de preguntas acerca de cómo se siente y prestarle atención, él se sentirá mejor. Esto no hace más que aumentar el malestar de los hombres. Si cuando el hombre está meditando en su cueva, la mujer interrumpe su proceso interior él pierde el control y empieza a decir cosas que más tarde va a lamentar. Es importante que la mujer recuerde que no debe intentar hacer hablar al hombre cuando éste no está todavía preparado.

Se pueden efectuar pequeños cambios sin sacrificar el yo. El hombre podría pronunciar alguna expresión tranquilizadora antes de retirarse a su cueva.

6) Los hombres son como gomas elásticas, necesitan alejarse periódicamente a su cueva para luego poder acercarse. Es una necesidad de independencia o autonomía, un tiempo en el que pueda estar consigo mismo, sin ser responsable de nadie más.

Es esencial que las mujeres comprendan que, si insisten en una intimidad constante o van detrás de su pareja cuando éste se aleja, él nunca tendrá la oportunidad de sentir su propio y apasionado anhelo de amor. Si el hombre intima demasiado y no se aleja se producen unos síntomas comunes que son aumento del mal humor, la irritabilidad, la pasividad y una actitud defensiva.
Cuando el hombre se aleja no es el momento de hablar o de intentar acercarse, el hombre tolera mal que ella le exija que él hable. Pasado un tiempo, volverá. Reaparecerá, afectuoso y solidario, y se comportará como si no hubiese pasado nada. Entonces es el momento de hablar.
Cuando el hombre vuelve, reanuda la relación en el mismo grado de intimidad en que ésta estaba cuando se alejó. No necesita en absoluto un tiempo para volver a intimar, pero ha de entender que la mujer sí necesita un periodo de readaptación, tiempo y conversación para volver a conectar.

La mujer se aleja por motivos diferentes, ella retrocede cuando no confía en que él vaya a comprender lo que siente, cuando se siente herida y teme que le vuelvan a hacer daño o cuando él ha hecho algo que la ha decepcionado.

Cuando la mujer desea hablar o siente la necesidad de cercanía, es ella quien debe hablar y no esperar a que el hombre inicie la conversación. A medida que la mujer se sincere, si él no se siente acusado o presionado, empezará poco a poco a sincerarse también.

7) Las actitudes de la mujer suben y bajan rítmicamente, en un movimiento de ola. Cuando se siente amada su autoestima sube y baja en un movimiento ondulante. Cuando la ola sube, la mujer siente que tiene mucho amor que dar, pero en cuanto la ola desciende siente su vacío interior y necesita que se la llene de amor. Si ha reprimido sentimientos negativos o ha renunciado a sí misma para dar más amor cuando la ola subía, luego al bajar ésta, la mujer empieza a experimentar esos sentimientos negativos y necesidades insatisfechas.

Durante el tiempo de caída necesita de manera especial hablar de sus problemas, que se la oiga y se la comprenda. Cuando la ola toca fondo es más vulnerable y necesita más amor.
Cuando la mujer no se siente bien consigo misma es incapaz de aceptar y apreciar tanto a su pareja. En sus momentos bajos, tiende a sentirse abrumada o a reaccionar en un sentido emocional. Decirle a una mujer que no debe sentirse herida es lo peor que puede hacer un hombre, lo que necesita la mujer es que él comprenda porqué le duele. El hombre ha de entender que cuando ella desciende a su pozo es el momento en que más lo necesita, y que ello no es un problema que haya que solucionar o arreglar, sino sólo la ocasión para apoyarla con un amor incondicional.

Cuando la mujer sale del pozo vuelve a ser la misma persona cariñosa de siempre. El hombre piensa normalmente que lo que preocupaba a la mujer está ahora totalmente curado y resuelto. No es así, es una ilusión. Cuando la ola vuelva a descender, surgirán asuntos similares y él se impacientará porque creía que estaban ya solucionados. El hombre tenderá a reaccionar de manera inadecuada diciendo frases tales como "¿Hasta cuándo hay que seguir con esta historia?", "Creía que eso ya se había acabado", "No quiero volver a hablar de este asunto", "¡Ya está bien!. Otra vez la misma discusión". Cuando la mujer se mete en el pozo, sus cuestiones más profundas tienden a salir a la superficie. Estas cuestiones pueden tener que ver con la relación, pero por lo general hay una gran carga que procede de sus relaciones pasadas. Todo aquello del pasado que no haya quedado curado o resuelto surgirá inevitablemente. A medida que se sienta cada vez más apoyada en estos momentos difíciles, la mujer va confiando en la relación y es capaz de entrar y salir de su pozo sin que haya un conflicto en la relación ni dolor en su vida.

Cuando la mujer no se siente segura para entrar en el pozo sin peligro, no le queda otra alternativa que evitar la intimidad y el sexo o reprimir y abotargar sus sentimientos. Cuando se reprimen sentimientos negativos se reprimen también sentimientos positivos, y el amor muere. A través de la represión controlada de sus sentimientos, su naturaleza de ola se ve obstruida y, con el tiempo, se va volviendo insensible y carente de pasión.

A medida que la mujer ve satisfechas sus necesidades económicas, toma mayor conciencia de sus necesidades emocionales. Cuando se siente bien es capaz de ver y responder a las cosas buenas que hay en su vida. Pero, cuando se viene abajo, su visión afectiva se empaña y reacciona más bien a lo que le falta en su vida.

Cuando el hombre se aleja, es el momento más adecuado para la mujer para conseguir más apoyo de los amigos. Cuando la ola de la mujer se desploma y su pareja se mete en la cueva, es esencial que ella tenga otras fuentes de apoyo. De lo contrario no podrá evitar sentirse impotente y resentida con su compañero.

8) Los hombres y las mujeres dan el tipo de amor que ellos o ellas necesitan y no el que necesita el sexo opuesto. La mujer cree que está dando amor cuando hace un montón de preguntas atentas o muestra preocupación y sin embargo esto puede fastidiar mucho al hombre. También los hombres creen que están dando amor haciendo comentarios que quitan importancia a los problemas de ella y sin embargo eso le hace sentirse a ella minimizada, desatendida y desdeñada.

Los hombres necesitan básicamente un amor confiado, ser aceptados y valorados. Confiar en un hombre es creer que él hace todo cuanto puede y desea lo mejor para la mujer. El hombre se siente admirado cuando ella se asombra feliz de sus características o dotes únicas. Una actitud alentadora por parte de la mujer da esperanza y valor al hombre, al expresar confianza en sus capacidades y en su forma de ser. Cuando no siente que se confía en él, pierde parte de su vitalidad y energía y, pasado un tiempo, puede dejar de ocuparse de la mujer. Sin embargo, si bien el hombre puede agradecer a veces la atención y la ayuda, un exceso de ellas merma su confianza y le resta fuerzas. El secreto para dotar de fuerza a un hombre está en no intentar en ningún momento cambiarlo o mejorarlo.

El hombre se resiste al cambio porque cree que ella no le ama lo suficiente. Si la mujer hace sacrificios esperando que él haga lo mismo por ella, él sentirá que se le presiona para que cambie. En cambio si él se siente amado empezará automáticamente a cambiar, a crecer y a mejorar.

Las mujeres necesitan básicamente un amor atento, comprensivo y respetuoso. Si la conducta del hombre tiene en cuenta lo que ella piensa y siente, la mujer está segura de ser respetada. La mujer florece cuando se siente halagada, especial.

El hombre debe aprender a escuchar a la mujer sin enfadarse, sin ponerse a la defensiva, y sobretodo sin alzar la voz. El ha de recordar que no es preciso estar de acuerdo para comprender el punto de vista de ella. Ello hará que el manifestarse no represente un peligro para ella. Si ella le pone furioso es que probablemente desconfía de él, en el fondo de su ser hay una niñita asustada, temerosa de abrirse y de que le hagan daño y necesita de la amabilidad y compasión del hombre. Cuanto más capaz es ella de manifestarse, más se siente escuchada y comprendida y más capaz es de dar al hombre la confianza afectuosa, la aceptación, la apreciación, la admiración, la aprobación y el ánimo que éste necesita.

9) La comunicación puede constituir el elemento más importante de una relación, pero las discusiones pueden ser el elemento más destructivo.

No son las diferencias y los desacuerdos lo que hace daño, sino el modo en que los comunicamos.

Los hombres, al actuar como si siempre tuvieran razón, pueden estar invalidando los sentimientos de la mujer. El hombre se siente desafiado y olvida ser afectuoso. No es consciente de la falta de consideración que hay en sus palabras ni del daño que ello hace en su compañera. A él le cuesta comprender el dolor de ella porque no es tan vulnerable a los comentarios y tonos de voz desconsiderados.

Frente a una discusión, el hombre tiende a pelear o bien a huir. En el primer caso, suele ponerse a gritar y manifestar una gran ira con la motivación interior de intimidar a la pareja para hacer que ésta le muestre afecto y apoyo. Cuando la mujer se amilana supone que ha vencido, pero en realidad ha perdido ya que la intimidación debilita siempre la confianza en una relación. En el segundo caso, en lugar de discutir, el hombre deja de hablar de sus diferencias y castiga a su compañera negándole el amor. Pero si no se hablan las cuestiones y no se manifiestan los sentimientos se crearán resentimientos.

El hombre suele discutir con la mujer porque se siente criticado o rechazado, porque se le dice cómo debe hacer las cosas, porque ella le eche la culpa de su infelicidad, porque no le considera lo que hace por ella, porque no confía en él, o porque espera que él lea su pensamiento.

Las mujeres, sin darse cuenta, envían mensajes de desaprobación en lugar de mensajes de desacuerdo y ponen así en marcha las defensas del hombre.

Frente a una discusión, la mujer tiende a fingir o bien a plegarse. En el primer caso, a fin de evitar sufrir daños en un enfrentamiento, hace como si no hubiera ningún problema.

Fuerza una sonrisa y aparenta mostrarse contenta y feliz con todo. Sacrifica o niega sus deseos, sentimientos y necesidades para evitar la posibilidad de conflicto. Pero con el tiempo se vuelve cada vez más resentida. En el segundo caso, la mujer cede, asume la culpa y la responsabilidad por cualquier cosa que disguste a su pareja. A la larga, lamenta haber renunciado a sí misma por amor.

Las mujeres suelen discutir porque se sienten despreciadas e insignificantes cuando él quita importancia a sus sentimientos, cuando él olvida hacer algo que ella le pidió que hiciera, cuando él la culpa por estar disgustada, cuando le alzan la voz, cuando no responde a sus preguntas, cuando él pretende explicar que no se ha de sentir herida, y cuando él le hace sentir que está mal o que es una debilidad tener sentimientos.

La mayoría de discusiones se producen no porque dos personas disientan, sino porque o bien el hombre siente que la mujer desaprueba su punto de vista o la mujer desaprueba el modo en que él le habla. Lo que sí funciona es ver las discusiones y detenerlas. Tomarse un respiro para tranquilizarse y luego regresar y seguir charlando. En los momentos difíciles lo más importante es intentar comunicarse con una actitud afectuosa, de valoración y aprobación.

10) Se recuerda a los hombres que, no únicamente un solo gran regalo, sino también las pequeñas expresiones de amor son importantes. Las mujeres necesitan para sentirse amadas muchas expresiones de amor en la relación.

Algunos ejemplos que puede llevar a cabo el hombre: abrazarla al regresar a casa, preguntarle cómo le ha ido el día, ofrecerse a ayudarle en la casa en algo que normalmente haga ella especialmente si está cansada, hacerle un cumplido sobre su aspecto, avisarla si va a llegar tarde a casa, valorar sus sentimientos cuando esté disgustada y solidarizarse con ella, llamarla desde el trabajo para recordarla que la quiere, ponerse la colonia que a ella le gusta, ofrecerle un masaje, mostrarle afecto en publico, sacar entradas para ir a ver un espectáculo, buscar ocasiones para vestirse ambos elegantemente, hacerle pequeños regalos, sacarle fotos en ocasiones especiales, hacer pequeñas escapadas románticas, llevar una fotografía de ella en la cartera, ofrecerse a conducir el coche en los trayectos largos, observar cómo se encuentra y comentárselo, llevarla a bailar o acudir a lecciones de baile juntos, sorprenderla con una nota o poema de amor, ofrecerse para arreglar algo en la casa, cogerle la mano al hablar y mirarla a los ojos, mostrar interés por lo que ella lee o hace en su tiempo libre, acostarse a la misma hora con ella, darle un beso al despedirse, darle las gracias cuando hace algo por él, buscar momentos especiales para estar a solas juntos, hacerle saber que la echas de menos…

La mujer debe hacerle saber al hombre que valora lo que él hace. Para el hombre constituye una gran fuente de amor la reacción afectiva de la mujer en relación a su conducta.

Las mujeres se preguntan por qué él no dice que lo lamenta cuando ha cometido un gran error. En realidad él teme que ella no se lo perdone, le resulta muy doloroso reconocer que le ha fallado. Incluso es posible que en lugar de decir que lo lamenta, se enfade con ella por estar disgustada y la castigue con puntos negativos, los cuales son muy destructivos para la relación. Cuando el hombre se halla de un talante negativo, es mejor tratarlo como si pasara un tornado y resguardarse.

11) A las mujeres les cuesta más pedir apoyo y los hombres suelen resistirse a las peticiones.

Los hombres no se sienten instintivamente motivados a ofrecer su apoyo, necesitan que se lo pidan. Cuando la petición se convierte en una exigencia, las posibilidades de conseguir apoyo por parte de la mujer se ven enormemente reducidas. Ella puede empezar a pedirle que haga pequeñas cosas que ya hace sin dar por sentado que las va a hacer. Luego, cuando él las haga, mostrarle aprecio. Cuando se pide algo a un hombre hay que partir del supuesto de que no es preciso convencerlo, hay que hacer una exposición breve y directa. Solicitarlo mediante un "querrías..? " o "quieres…?", "harías el favor…?", "Te importaría…?", en vez de utilizar "Podrías…?" o "Puedes…?" que irritan a los hombres poniendo en duda su capacidad en vez de incitarlos a manifestar una elección. Los hombres están mucho más dispuestos a decir que sí cuando tienen la libertad de decir que no. A menudo, cuando el hombre refunfuña es que se halla en el proceso de decir que sí a tu petición. Si pides apoyo a un hombre y no lo rechazas por negarse, él lo recordará y, la próxima vez, estará mucho más dispuesto a dar.

Una relación es sana cuando a ambos miembros se les permite pedir lo que desean y necesitan y ambos tienen permiso para decir que no si así lo desean.

12) En lugar de manifestar oralmente tus sentimientos a la pareja, puedes escribirle una carta, lo cual te permitirá oír tus propios sentimientos sin temor a herir a tu pareja. Es posible que después de escribir esa carta, no sientas ya la necesidad de hablar y, en cambio, estés inspirado para hacer algo afectuoso por tu pareja. Tanto si los escribimos como si simplemente les pasamos revista mentalmente, explorando, sintiendo y expresando nuestros sentimientos negativos éstos pierden su fuerza y permiten la aparición de sentimientos positivos.

Una técnica es escribir una Carta de Amor en la que se expresen tus sentimientos de ira, tristeza, temor, pesar y amor, así como una Carta de Respuesta o posdata en la que se exprese lo que deseas oír de tu pareja, y luego compartirlas.
Es importante que la pareja no manifieste sentimientos críticos en relación con la carta. Compartir cartas no debe ofrecer peligros.

La privacidad crea la seguridad necesaria para sentir en mayor profundidad.
Es muy importante tener en la vida algunas personas especiales a quienes podamos manifestar cualquier sentimiento en la confianza de que van a seguir apreciándonos y no van a hacernos daño con críticas, juicios o rechazos. Un amigo íntimo puede constituir una enorme fuente de afecto y curación si eres capaz de compartir con él tus sentimientos interiores más profundos.

John Gray